The Justice Game de Geoffrey Robertson, especialmente si tiene algún interés en los derechos humanos.
Y no importa en qué campo practicas, lee el ensayo de George Orwell ‘La política y el idioma inglés’. Puede considerar que esta es la mejor guía de estilo que un abogado podría tener, aunque no se dirija directamente a los abogados. El lenguaje pomposo y vago está tan extendido en la profesión que puede pensar que está haciendo bien su trabajo cuando lo usa, pero no lo está. Al obligarse a escribir claramente, se obliga a pensar con claridad y transmite respeto a quienes tienen que leer sus palabras. Estos hábitos son invaluables, y la ley en sí es mejorada por los practicantes que la hacen comprensible. Esto puede sonar como un consejo idealista, pero debe saber que a veces los abogados son tan adictos a las frases arcaicas e hinchadas que redactan documentos que no comprenden realmente, y en ocasiones se ven obligados a reconocer esto en una posición de testigo. No seas uno de esos abogados.