En el pasado, digamos antes del siglo XX, este fue un pasatiempo popular para los filósofos europeos, que culminó quizás con Hegel.
Luego vinieron los existencialistas y los fenomenólogos y pusieron fin a todo eso. Algunos argumentos centrales de la tradición fenomenológica, que observa la experiencia humana vivida:
- Las personas están produciendo significado todo el tiempo, de hecho, no hay una experiencia “sin sentido”. Mientras estoy sentado escribiendo, hay un significado para mí en las palabras que escribo, para mí en lo que estoy haciendo, en los pensamientos que tengo.
- Todo este significado se produce sin la ayuda de tiempos de 1000 páginas de denso razonamiento filosófico. En otras palabras, “modelo sistémico” es la forma incorrecta de producir significado, de la misma manera que la soldadura con arco es la forma incorrecta de producir huevos escalfados.
De la tradición existencial:
- En momentos críticos, cuando tiene que hacer compromisos clave que darán forma al significado de su vida, esos compromisos no se pueden realizar mediante un pensamiento analítico denso o la construcción de un sistema.
Estas posiciones son apoyadas por ciertas corrientes de investigación en biología humana. Antonio Damasio, por ejemplo, en el libro El error de Descartes, da buenas razones biológicas y clínicas para creer que, si bien su cerebro pensante es muy bueno para resolver todo tipo de opciones, cuando se trata de tomar una decisión sobre lo que desea hacer Las facultades críticas se encuentran en tu experiencia corporal, no en tu razonamiento cognitivo.