Los exámenes son una excelente herramienta de aprendizaje si los aborda con la mentalidad correcta. Si piensa que aprobar una prueba como el objetivo del aprendizaje, termina perdiendo la mitad del proceso de aprendizaje potencial. Fallar en un examen puede ayudarlo a identificar dónde se encuentran las brechas en su conocimiento del tema. También puede enseñarle cuáles son las expectativas de los maestros (o las personas a cargo) de lo que debe saber para que se considere competente en la información que se está probando. Si se considera una herramienta de aprendizaje, los exámenes se pueden usar como formas excelentes para fortalecer su base de conocimientos y alinearse mejor con los estándares de práctica esperados. Cuando falla, aprende y luego puede reagruparse e intensificar y enfocar sus esfuerzos de estudio (y práctica) para mejorar su rendimiento en pruebas y situaciones posteriores.
Desafortunadamente, no todas las clases y exámenes están estructurados de manera que se utilicen los exámenes como una herramienta de aprendizaje en lugar de una manera de juzgar si una persona “aprueba” o no. Sin embargo, desde un punto de vista de aprendizaje personal, la opción de mejorar uno mismo después de fallar un examen siempre está ahí.