En primer lugar, no es el caso que las temperaturas siempre puedan predecirse con alta confianza o precisión. La predicción de la temperatura a largo plazo es un ejercicio plagado de errores, como lo es la predicción de la temperatura local cuando existe incertidumbre con respecto a (por ejemplo) el momento preciso de llegada de un frente frío del Ártico. Sin embargo, en general, los patrones de temperatura y su evolución están más a menudo ligados a procesos de gran escala y masas de aire, mientras que la precipitación es impulsada más a menudo por procesos locales / de menor escala que son intrínsecamente menos predecibles.
Sin embargo, quiero señalar que la predictibilidad está intrínsecamente ligada a las escalas de interés de tiempo y espacio, y eso es cierto para cualquier variable atmosférica, incluida la temperatura. En general, cuanto mayor sea el intervalo de tiempo predictivo y la región, mayor será la previsibilidad siempre que se pueda confiar en los procesos que evolucionan lentamente (como El Niño) para ejercer cierta influencia en el resultado. En escalas de tiempo / espacio cortas, la complejidad se vuelve enorme y, por lo tanto, el horizonte de predicción es muy corto (aunque con notables excepciones, como cuando se anticipa la llegada de un patrón a gran escala conocido por mejorar los flujos de viento orográficamente favorables para la precipitación).