¿Cómo sabríamos si lo hacen o no? El espacio podría estar lleno de vida inteligente. Solo sabríamos si están transmitiendo señales de radio de amplio espectro en nuestra dirección. Y si hay inteligencias superiores flotando alrededor, transmitir la existencia de una especie al universo puede ser una sentencia de muerte.
Francamente, el espacio es excepcionalmente grande, y no tenemos ninguna razón para creer que la velocidad de la luz pueda superarse. Por lo tanto, los viajes interestelares en la escala requerida para encontrar otro planeta habitable pueden ser imposibles, nadie viviría lo suficiente para llegar a un destino que valga la pena. Es posible que cada especie inteligente tenga el motivo y la tecnología para abandonar su sistema doméstico, pero nunca logra aterrizar con vida en otro mundo.
Existe la idea de una “nave de la generación”, donde los hijos y nietos de la tripulación continúan la misión, pero eso sería una tarea espectacularmente difícil. La ingeniería desafía la frontera con lo absurdo.
El único método viable de colonizar múltiples sistemas solares es probablemente la creación de una vida artificial sin inteligencia: inteligencias de máquinas o conciencias cargadas. ¿A tal ser le importaría propagarse por la galaxia? ¿Querría compartir sabiduría, o destruir la vida de la carne? Difícil de adivinar.
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Lo que da miedo es que nuestras transmisiones de radio de amplio espectro en todas las direcciones pronto podrán llegar a las antenas de lo que sea que esté ahí fuera. Y entonces no tendrá ninguna dificultad en triangular la Tierra. Nuestra especie puede ya haberse condenado a la destrucción. Otra vida inteligente puede tomar el camino de precaución y esconderse del resto de la galaxia el mayor tiempo posible, en cuyo caso tendríamos poco camino por descubrir.