Hablando como alguien que estudió psicología cognitiva hace unos 20 años, hay una muy buena razón para generalizar la disfunción, y se trata de una combinación de ética y método científico.
El cerebro humano es un órgano masivamente complicado y, por definición, las personas que lo tienen tienen los derechos de los seres humanos. Hasta hace unos 20 años, la única forma ética de estudiar el cerebro era estudiar el comportamiento externo de las personas que tienen uno.
(Hoy en día, tenemos un par de opciones más con redes neuronales, fMRI, etc., pero no tanto que podamos reemplazar completamente el estudio de la disfunción).
El problema con el comportamiento externo es que cuando todo funciona, no nos dice mucho. Así que los psicólogos invierten mucho esfuerzo en tratar de encontrar cosas en las que el cerebro no es bueno y deducir lo que eso podría significar para la organización.
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Pero para verificar una teoría, generalmente se necesitan múltiples tipos de evidencia. Así que los psicólogos invierten mucho esfuerzo estudiando a personas con diversas deficiencias, a menudo a través de daño cerebral. El daño cerebral que se puede sobrevivir es a menudo muy específico y, a través de él, hemos podido establecer que existen áreas muy distintas para todo tipo de cosas. Un paciente llamado HM, por ejemplo, nos mostró que el hipocampo es fundamental para almacenar nuevos recuerdos a largo plazo, pero no para recuperar los que ya se han almacenado. Otro paciente nos mostró que la memoria a corto plazo es distinta de la memoria a largo plazo y así sucesivamente. Este enfoque sentó las bases de la psicología cognitiva, que ha mejorado enormemente nuestra comprensión de cómo funciona el cerebro. Habríamos hecho un progreso mucho más lento y menos seguro sin los estudios de pacientes.
El psicoanálisis y la filosofía han funcionado sobre el mismo principio: al estudiar la disfunción, puedes deducir cosas sobre la función. Sin embargo, creo que hay una diferencia crucial: los filósofos y los teóricos psicoanalíticos tienden a ser desafiados por la solidez de su razonamiento, pero no por su interpretación de la evidencia. Considero que esto es bastante peligroso, porque, por lo que he visto, muy pocas personas en cada una de las comunidades están lo suficientemente al día con el estado actual de la psicología para interpretar la evidencia correctamente.