Lo que estás describiendo suena muy similar al experimento llevado a cabo por Mriganka Sur, la neurocientífica que reconfiguró quirúrgicamente el cerebro de un hurón infantil para que sus nervios ópticos corrieran a su corteza auditiva en lugar de su cerebro visual (aunque, por supuesto, tu sugerencia está haciendo exactamente lo contrario). En cuanto a los resultados, aquí hay una cita del New York Times [1]:
Al igual que los inventores electricistas que reconectan una casa, los científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts han reconfigurado los cerebros de hurones recién nacidos para que los ojos de los animales se enganchen a las regiones del cerebro donde normalmente se desarrolla la audición.
El resultado sorprendente es que los hurones desarrollan vías visuales completamente funcionales en las partes auditivas de sus cerebros. En otras palabras, ven el mundo con tejido cerebral que solo se creía capaz de escuchar sonidos.
Los hallazgos, informados por el Dr. Mriganka Sur y sus colegas en la edición del 20 de abril de la revista Nature, contradicen las teorías populares sobre cómo los cerebros de los animales desarrollan regiones especializadas para ver, escuchar, sentir el tacto y, en humanos, generar lenguaje y estados emocionales.
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Muchos científicos afirman que los genes que operan antes del nacimiento crean estas regiones o módulos especializados, argumentando, por ejemplo, que la corteza visual está destinada a procesar la visión y poco más. Pero los experimentos con hurones muestran que las regiones del cerebro no están grabadas en piedra al nacer. Más bien, desarrollan funciones especializadas basadas en el tipo de información que fluye en ellas después del nacimiento.
Y según el libro El cerebro que se cambia a sí mismo:
Aunque los hurones que tuvieron esta cirugía no tenían una visión 20/20, tenían alrededor de un tercio de eso, o 20/60, no peor que algunas personas que usan anteojos.
Su hipótesis parece más que razonable en términos sencillos: dado lo anterior, es posible que la corteza visual eventualmente se adapte y procese la información auditiva de manera más o menos similar a la forma en que lo hace normalmente la corteza auditiva. La medida en que esta adaptación sea exitosa puede depender de si esto se hace en la infancia, cuando el cerebro manifiesta un grado muy alto de plasticidad, o más tarde en la vida, cuando se vuelve menos flexible en el recableado.
[1] Hurones ‘recompensados’ revocan las teorías del crecimiento cerebral – The New York Times, 25 de abril de 2000