No hay pruebas de renacimiento o reencarnación. El budismo ofrece una explicación muy infantil de la conciencia humana. La psicología humana es un tema muy complicado. Alguien puede decirle que meditaron durante 20 años y descubrió que tenían vidas pasadas, pero no se puede confiar en sus experiencias subjetivas. Todo el propósito de la vida es alcanzar la liberación, según los budistas. La siguiente pregunta lógica es, si tal estado de dicha existiera antes de nuestra existencia, ¿por qué esta unidad decidiría diferenciarse en unidades individuales de materia, donde finalmente sufriría y moriría? ¿Cuál es la primera causa? En otras palabras, ¿de dónde viene la primera unidad individual de conciencia? ¿De dónde vinieron todas las unidades individuales (nosotros)?
Una explicación más lógica, hasta la Tierra, del renacimiento es que todo en el universo tiene una naturaleza cíclica. Una flor muere, otra nace. Los materiales de esa primera flor regresan al suelo y se usan para crear otras cosas. Este es un proceso natural que está regido por leyes naturales, no otra inteligencia que impulsa el universo y todos sus acontecimientos. Cuando morimos nuestro cuerpo vuelve al polvo. Nuestra conciencia muere cuando nuestro cerebro muere. Nuestros recuerdos van también. El cerebro produce conciencia. La consciencia no produce el cerebro. La ciencia ha explicado cómo evolucionó el cerebro y cómo los humanos desarrollaron una conciencia más sofisticada. Tiene todo que ver con la adaptación, la supervivencia. Cuando los humanos desarrollaron la autoconciencia, de ellos mismos y del mundo que los rodeaba, comenzaron a desarrollar explicaciones para su existencia. Para darle sentido a todo esto, crearon dioses, espíritus y creyeron que vivirían más allá de su vida mortal. No tenían ciencia para explicar cómo funcionaba su cerebro. Lo más probable es que lloraran a los muertos y tuvieran que encontrar una manera de sobrevivir. El desarrollo de la religión les dio ese escape, a pesar de que no tenían ninguna prueba de ello. El primer instinto de todas las criaturas vivientes es sobrevivir. Los seres humanos, que tienen una conciencia compleja, tienen la capacidad de crear cosas en sus mentes: fantasías. Psicológicamente, intentamos escapar de la muerte inventando creencias religiosas que nos dicen que somos más que un ser físico. La realidad dice diferente. Somos carne y sangre, seres temporales. Tenemos una vida corta. Lo que es más importante que el individuo es nuestra especie en su conjunto. Si queremos la vida eterna tendremos que desarrollar tecnología para dárnosla. Si los humanos sobrevivieran otros mil años, podríamos tener esa habilidad. Aunque no estoy tan seguro de que sea algo bueno.