En un mundo de manufactura, engaño intencionado, error accidental y mediocridad intelectual inconsciente, es ciertamente una tarea desalentadora convencer a otros de la importancia de hacer preguntas y mucho menos encontrar la verdad absoluta entre el caos contradictorio que es la ciencia humana y la moral.
Crecemos como individuos aprendiendo y desarrollando rasgos, hábitos, hechos y talentos basados en la información que nos ha llegado. Aunque nuestros genes definen la dirección inicial de nuestro viaje, la información de la existencia que se ha forzado a través del proverbial tamiz de prueba y error durante milenios y cómo decidimos interpretarla es lo que define la humanidad de nuestro viaje.
¿Por qué a la gente parece importarle tan poco el interrogatorio de las preguntas más importantes de la vida? Desafortunadamente, el miedo a la intrusión, la confusión, el error y el ridículo de aquellos que son demasiado arrogantes en sus propias creencias es suficiente para detener a muchos jóvenes, tímidos e inquisitivos. A lo largo de la historia, la lógica independiente y la autoexpresión hacia la ciencia y la comprensión han sido reprimidas drásticamente en un intento por obtener y mantener la paz y el poder.
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