No existe y nunca habrá un enfoque de “talla única para todos” al tratar con seres humanos, ya que nuestra especie es increíblemente compleja y multifacética por naturaleza.
Todos estos neologismos son intentos de tratar de comprender, categorizar y generar fórmulas para hacer frente a toda esta diversidad de una manera más práctica. Por un lado, estos intentos son buenos porque hacen que las personas piensen en las diferencias y las respeten, levantando una bandera de paz y hermandad. Por otro lado, terminamos teniendo más nombres que cosas para nombrar, y más diferencias que similitudes, haciendo que todo ese deseo de una categorización práctica sea más confuso que si hubiera menos “cajones” para abrir. Imagine un armario de cien cajones: después del cajón 20, olvidará lo que está almacenado en los demás y muchas categorías parecerán absolutamente poco prácticas.
En cuanto a tener una sociedad más complaciente y compasiva, se relaciona más con los valores morales que se nutren que con la idiosincrasia de las personas.
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