Con el tiempo, se convierte en calor.
La energía de una onda de sonido se dispersa como un frente de onda. Es decir, para un solo pulso de sonido, la energía aparece como la superficie de una esfera, moviéndose en 3D alrededor del objeto a la velocidad del sonido. La energía es una constante, pero la densidad de energía se vuelve más y más pequeña a medida que la esfera se hace más y más grande.
Tarde o temprano (generalmente antes) la energía se ha disipado tanto que es mucho más pequeña que la energía que mantiene los objetos sólidos juntos. Los átomos en los objetos vibran, lo que equivale a que el objeto sea ligeramente más cálido. Eventualmente, puede irradiar parte de esa energía como radiación infrarroja.
Para la porción de la energía que sube directamente, no encontrará un objeto sólido, pero aún se dispersa mucho. Eventualmente llegará a algunos átomos muy arriba, proporcionándoles solo un pequeño impulso de energía, pero no lo suficiente como para hacer que escapen de la gravedad. Se desplazan un poco más rápido, chocando con otros átomos, pero la energía del sonido se ha vuelto demasiado incoherente para ser captada como “sonido” y en su lugar es simplemente “movimiento aleatorio”.