En la década de 1970, estábamos observando el cielo en rayos X y rayos gamma, encontrando una cantidad de fuentes que emitían esta radiación de alta energía en cantidades enormes, dadas las distancias que podíamos calcular. Algunas variaban periódicamente, lo que indica que estaban en coordinación con una estrella, y en estos casos podríamos asignarles una masa, generalmente por encima de 8 masas solares. La última pieza de evidencia llegó cuando detectamos parpadeos de milisegundos, lo que indica una región de origen de solo unas pocas millas de diámetro.
¡Sólo un agujero negro podría caber todos los datos! Entonces, sí, los agujeros negros son reales.
Recuerde, es solo el disco de acreción alrededor del agujero negro del que observamos la radiación.
En ese momento, los quásares eran un misterio, y se pensaba que eran “agujeros blancos”, tal vez conectados a agujeros negros por “agujeros de gusano”. Ahora esos son ficción o pseudociencia y se sabe que los quásares son manifestaciones de agujeros negros.
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