Me digo a mí mismo que quiero sentirme libre, sin límites por nada. Un espíritu libre como me descubro.
Quiero verme a mí mismo clavándome los dedos de los pies en la hierba de otro país, despertándome para salir a correr temprano por la mañana mientras el sol se asoma al día, y derramando palabras en mi cabeza de los libros que prometí leer.
Quiero hacer todo eso. Y otras cosas. Muchas cosas. Quiero experimentar.
Pero, este mes en particular, no me he sentido libre.
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Más bien, me he sentado en un grupo de emociones y pensamientos. Analicé esto y aquello, conjuré una realidad diferente a la mente, una que me gustó.
Deseaba que las cosas salieran a mi manera y apreté los puños ante los dolorosos flashbacks que no me fueron.
Quería sentirme libre de nuevo, ya no enterrado en emociones como esta.
Me tomó un tiempo pero me di cuenta de lo que hice mal.
No debería mantener mi pasado delante de mis ojos.
Emociones, pensamientos y acontecimientos van. Las cosas cambian. Lo que te deprime ahora, no siempre estará ahí.
Enfócate en lo que realmente quieres.
Pero sobre todo, acepta lo que sientes y sé amable contigo mismo. No traiga negativo, traiga positivo.