¿Podemos confiar en hechos científicos?

No. Nunca debes confiar en un hecho científico. Siempre.

Cada “hecho” que lea, debe ser sospechoso. Debes probarlo, probarlo, hacer tu mejor nivel para romperlo y mostrarle al mundo lo ridículo y fraudulento que es ese “hecho”.

Y si cada intento falla, y si ha buscado en todas partes y no ha encontrado un solo registro de alguien que haya desacreditado el hecho con pruebas y razonamiento lógico, entonces sabrá por sí mismo que el “hecho” es realmente un “hecho”.

En ese punto, ¿seguirías “confiando” en eso? No, lo sabrías para ser verdad. No hay confianza involucrada, no se requiere confianza. Porque la ciencia no se trata de la confianza. Se trata de pruebas.

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Lo anterior es en realidad un resumen tosco de cómo funciona la ciencia, y es lo que los buenos científicos se esfuerzan por hacer todo el tiempo. Solo cuando toda la evidencia disponible no contradice una idea, los científicos la aceptan como un “hecho”. Y si surgen nuevas pruebas para desacreditar ese “hecho”, los buenos científicos descartarán fácilmente ese viejo “hecho” y lo reemplazarán por uno más preciso. Es por esto que la ciencia está mejorando constantemente, y somos capaces de entender y predecir los fenómenos con mayor y mayor precisión.

Así que la próxima vez que alguien te diga un hecho científico, no lo creas. Desafíalo, pruébalo, entiéndelo. Antes de que hagas eso, no es un hecho para ti, es solo una creencia.

Muchos hechos científicos, como la ley de Ohm, la ley del gas ideal o la ley de Hooke, pueden verificarse fácilmente con experimentos de mesa. Otros, como la gravedad newtoniana, son un poco menos fáciles de verificar, pero los experimentos de sobremesa cuidadosos, así como nuestra capacidad para enviar sondas a otros planetas, también los verifican.

Los “hechos” que son menos confiables tienden a involucrar el comportamiento de animales complejos o humanos.