Científicamente hablando, ¿cómo desarrollamos interés?
No puedo ofrecerle una explicación científica, pero puedo compartir con usted mi propia comprensión y experiencia sobre el tema.
Para mí, el interés siempre comienza en el momento en el que algo, por ahí, puede ser cualquier cosa, capta mi atención personal, hace cosquillas a mi gusto y despierta mi insaciable curiosidad y ardiente deseo de querer saber más sobre eso.
A lo largo de los años desde principios de los años 90, siempre he aprendido a “caerme” o “condicionarme” cada vez que miro el mundo:
- ¿Cuál es el punto de aprender cómo codificar para hacer una página web, si ya existen sitios web que pueden hacerlo por casi nada?
- ¿Qué puedes aprender preguntándole a alguien cuál es su curso favorito de UChicago?
- ¿Quiénes son algunos matemáticos modernos de los que todos deberían aprender?
- ¿Se puede aprender el valor?
- Cómo diferenciar las tareas de aprendizaje supervisado y técnica de aprendizaje no supervisado
- ¿Qué es lo que elijo ver?
- ¿Dónde enfoco mi atención?
En pocas palabras, el “interés” es básicamente ese estado mental de recursos, cuando uno responde a las entradas externas del entorno con facilidad.
Con tantos años de exploración estratégica en la navegación y la satisfacción de mis variados intereses, también he llegado a aprender que el interés impregna todos los esfuerzos de aprendizaje.
Francamente, no sé cómo surge el interés en términos neurológicos, pero sé que, por mi propia experiencia, solo tiene que permitir que su sentido de maravilla y búsqueda de descubrimientos fluyan en sus estados naturales, como un curioso y enérgico nene.
No obstante, aquí hay un artículo bonito y elegante que quizás quieras leer, y está bien pensado y bien escrito. Con suerte, te da algo de iluminación:
¿Cómo desarrollar interés?