La paradoja surge de nuestra falta de comprensión de lo que es una elección.
Podemos imaginar una opción como un buffet. Una propagación de diferentes productos alimenticios. Podemos tomar cualquier artículo. Pero hay muchas cosas tentadoras en exhibición.
Hay dos hombres en el buffet:
Determinado Dan sube a la mesa, saca un diagrama de flujo de su bolsillo y, utilizando ese diagrama de flujo, selecciona el elemento óptimo. Y vuelve a su asiento.
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Willy, libre, entiende que puede seleccionar CUALQUIERA de los elementos en exhibición, piensa en la salsa ahumada en las costillas, el sabor a marisco fresco de los camarones a la parrilla. Finalmente, escoge un artículo y vuelve a sentarse junto a Dan.
Resulta que ambos tienen la hamburguesa con queso.
A pesar del resultado idéntico, Willy argumenta que era más libre que Dan. La elección de Dan fue predeterminada por el diagrama de flujo. Dan no tuvo una opción libre. Mientras que Willy * pudo * haber seleccionado * cualquier * elemento en la tabla. Cualquiera de esos deliciosos artículos pudo haber sido suyo.
“Pero no son tuyos”, dice Dan, “tú los rechazaste, ¡igual que yo!”
“Pero su elección fue solucionada”, dice Willy. “¡Me beneficié de una elección totalmente libre!”
“¿Dónde está el beneficio?” pregunta Dan. “Ambos obtuvimos una hamburguesa con queso y, además, también usaste un algoritmo, simplemente no fue escrito”.
El tiene razón. El cerebro de Willy consideró cada opción, sopesó algún tipo de puntuación y seleccionó el ítem con la puntuación más alta. Willy no tiene un diagrama de flujo en papel, pero tuvo que emplear algún tipo de sistema de comparación válido para hacer una elección razonada. Sea cual sea el sistema, su selección final fue el producto de ese algoritmo invisible.
Lo que importa en este juego no es quién tuvo más opciones, sino quién termina con los mejores resultados. La paradoja de la “libertad” proviene de la concepción errónea de que todas esas elecciones rechazadas están todavía de alguna manera al alcance. Que nos enriquecemos con aquellas opciones que nunca fueron seleccionadas.
En su mente, Free Willy imagina, todos los productos alimenticios que rechazó, e imagina comerlos, aunque no pueda hacerlo.
Tomar una decisión no se trata de la abundancia de opciones. Se trata del rechazo de opciones hasta que solo queda una.
Una decisión es la destrucción de opciones.
Lo que importa es la calidad de la decisión. Ya sea que seleccionemos y rechacemos lo suficientemente inteligente como para hacer la mejor elección.
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También argumentaría que incluso si ignoramos la ciencia e imaginamos que somos un universo sobrenatural con almas y magia, el problema del libre albedrío no desaparece.
Cualquier elección razonada debe estar basada en eventos pasados. Y por eso son deterministas. Y si eliminamos la causalidad, terminamos con acciones aleatorias e irracionales que son menos libres.