La parte más hermosa de la Ilíada es el catálogo de barcos. No es interesante. El contenido es mínimo. Es una lista de las personas que fueron a la guerra en Troya. Algunos tienen biografías breves, pero todo lo que hace es enumerar una serie de nombres y barcos.
Y, sin embargo, es la parte más divertida de todo el trabajo leer en voz alta y dejar que fluya a través de usted. Si apuntas a la pura belleza rítmica y sonora, eso es lo que quieres.
Los filósofos no hablan de eso. No dice nada de valor. La filosofía quiere la verdad, y la quiere con alta eficiencia. Emplea la actividad dialéctica y el razonamiento lógico para llegar a sus conclusiones sin perder tiempo.
Pero Homero, a pesar de ser el fundamento de la filosofía occidental, fue un poeta. Su mejor trabajo no tiene más que belleza que elogiarlo. Lo mismo ocurre con cualquier poeta. La poesía ciega con belleza, y revela la verdad a través de la belleza del sonido y el ritmo.
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Esta es una verdad que impacta de forma inmediata y completa, aunque no es en modo alguno racional. La ansiedad se construye en el Cuervo de Poe, y como se construye cuidadosamente a través de la belleza, ese sentimiento se transmite a través de la reproducción en quien lo recita.
Cuando se recita el catálogo de los barcos, la persona que lee siente la marcha constante de un país a otro en una multitud cada vez más sin rostro. El ritmo implacable y perfecto forma un presagio de la inevitabilidad del destino, de la escala de la muerte hacia la que se dirigen los hombres de la lista.
No se habla, pero se sabe.
Esta es la verdad que la filosofía pretende describir, solidificar en la escritura y el razonamiento lógico, y se evoca cuando uno escucha y se entrega a los sonidos que se expresan.
La filosofía quiere hacer esto coherente. Ya se ha demostrado que es capaz de hacer eso. Toma historias, analiza la experiencia humana tal como se expresa y analiza sistemáticamente esas historias y poemas, y pide ayuda para discernir y codificar el contenido que transmiten.
Si la filosofía se niega a mirar la verdad a medida que surge, pierde su tema. El punto es entender la existencia, y si los elementos de la existencia afirman no encajar en los paradigmas y sistemas ya descritos por la filosofía, entonces debe descubrirse por qué surge el malentendido.
Las tradiciones orales deben ser investigadas como un elemento de la existencia, pero son uno de los muchos temas que la herramienta de la filosofía pretende comprender.