¿Por qué algunos economistas racionales piensan que la discriminación de género no puede persistir entre los empleadores en mercados laborales y de productos competitivos?

El argumento, en su versión más simple, es que los empleadores, en un entorno competitivo, no deberían ser capaces de discriminar de manera arbitraria. No reclutar trabajadores en función de su productividad llevaría a costos más altos, ganancias más bajas y, eventualmente, debería erradicar las empresas que tienen prejuicios hacia características no económicas (raza, género, religión, etc.). Tal argumento es propugnado, por ejemplo, por Milton Friedman en Capitalism and Freedom.

(…) existe un incentivo económico en un mercado libre para separar la eficiencia económica de otras características del individuo. Un empresario o un empresario que expresa preferencias en sus actividades comerciales que no están relacionadas con la eficiencia productiva se encuentra en desventaja en comparación con otras personas que no lo hacen. Tal individuo se está imponiendo costos más altos que otros individuos que no tienen tales preferencias. Por lo tanto, en un mercado libre tenderán a expulsarlo. (Friedman, M. 2002)

Una versión muy didáctica del argumento se puede encontrar en el video de Steve Horwitz.

Es muy importante notar que estos argumentos no significan que la discriminación de género / racial no existe. Simplemente afirman que en un entorno perfectamente competitivo, el único determinante significativo del trabajo debe ser la capacidad y el talento adquiridos (productividad marginal). Además, la mayoría de los salarios no son fijados exclusivamente por las fuerzas del mercado. Los sindicatos, la competencia imperfecta, la información imperfecta, las relaciones de poder asimétricas entre empleadores y empleados, la regulación laboral, las leyes de salario mínimo, etc., desempeñan un papel en las relaciones laborales del mundo real.

Referencias:

Friedman, M. 2002. Capitalismo y Libertad . Chicago: La Universidad de Prensa de Chicago.