Vamos a repasar algunos conceptos básicos:
Hay afirmaciones, afirmaciones, proposiciones, afirmaciones … todos son casi sinónimos. En lógica nos preocupan las proposiciones que son verdaderas o falsas.
Un argumento comienza con proposiciones asumidas, las premisas, y llega a conclusiones (también proposiciones) a través de una serie de inferencias. Un argumento válido es aquel en el que todas las inferencias son lógicamente válidas, de modo que las conclusiones se siguen lógicamente de las premisas, independientemente de si las premisas son verdaderas … las conclusiones pueden ser o no ciertas, dependiendo de si las premisas son verdaderas. Un argumento sólido es un argumento válido con premisas verdaderas, por lo que las conclusiones deben ser verdaderas.
La verdad de las premisas no determina la validez del argumento, las inferencias sí lo hacen. Esto es lo que uno desafía, señalando que un argumento depende de inferencias erróneas y, por lo tanto, es falaz.
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Un ejemplo de un argumento defectuoso con premisas verdaderas:
Premisa: Todos los caniches son perros.
Premisa: Lassie era un perro.
Conclusión: Por lo tanto, Lassie era un caniche.
Este argumento es un ejemplo de la falacia de la “afirmación del consecuente”. En “Si P entonces Q”, P es el antecedente y Q es el consecuente. En un argumento válido, uno afirma P y concluye Q. No es válido afirmar Q (por ejemplo, ser un perro) y concluir P (por ejemplo, ser un poodle).