Si bien no hay analogías directas que hacer, y no soy realmente un experto en filosofía oriental, siempre he pensado que Confucio y Aristóteles trabajaron muy bien juntos.
Ambos tenían una especie de sistema ético que hoy llamamos ética de la virtud. Esto significa que el enfoque de la ética es cultivar un conjunto de buenos rasgos de carácter. Se trata menos de tratar de averiguar qué hacer en un conjunto de dilemas morales, pero se trata más de refinarnos, permitiéndonos alcanzar el florecimiento humano.
Ellos difieren un poco, por supuesto. Parece que Confucio era mucho más directamente prescriptivo en su visión de la virtud. Parecía pensar que la preocupación por los demás y la abnegación eran la clave para actuar correctamente. Mientras Aristóteles está de acuerdo, sus enseñanzas filosóficas fueron sobre el logro de lo que se llama el “Medio Dorado” de las virtudes. Las virtudes son lo que se encuentra entre los extremos. Así que Aristóteles pensaría que centrarse demasiado en ti mismo sin preocuparte por los demás es malo, pero también pensaría que un rasgo de carácter que siempre está preocupado por los demás también es un vicio.
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