¿Cuál es la relación entre ética cosmopolita y pluralismo?

La ética cosmopolita proviene de Diógenes (siglo V) en la antigua Grecia. Cuando alguien le preguntó de dónde venía, dijo: “Soy un ciudadano del mundo (cosmopolita)”. Este es un concepto más amplio que el que la mayoría de la gente tenía en ese momento.

La mayoría de los griegos, en aquellos días, se identificaban con su ciudad-estado individual o con ser griegos como grupo. Ahora el individuo podría ser parte de dos comunidades, una en la que nacieron y la comunidad de la humanidad en general.

El pluralismo reconoce y promueve la diversidad dentro de una nación o estado. Esto permite la aceptación pacífica de diferentes estilos de vida, ideas y creencias.

La relación entre la ética cosmopolita y el pluralismo es que ambos van más allá de los prejuicios locales y los patrones culturales para abarcar el hecho de que el mundo es grande y que muchas personas no pueden tener la misma manera de ver las cosas. Tanto la ética cosmopolita como el pluralismo fomentan la idea de que no solo podemos vivir en paz unos con otros, a través de la aceptación y la tolerancia, sino que también nos beneficiamos al contribuir con el conocimiento y la comprensión de las vidas de los demás.

Una relación es que ambos conceptos son palabras de comadreja que pueden significar lo que sea que el escritor quiera que signifiquen. Ambos describen una tendencia general a sostener ciertas creencias que, si se llevan a extremos, se auto-refutan. Por ejemplo, ¿podemos tolerar a los intolerantes? ¿Podemos involucrarnos en el pluralismo con una comunidad que se aísla como los Amish? Etc.

La “ética cosmopolita” y el “pluralismo” son solo maneras de indicar a los demás que uno está pensando en algo como la tolerancia social de izquierda, dentro de los límites del izquierdismo moderno. Si desea ser más específico que eso, debe dejar de usar estas palabras y hablar sobre algo concreto.