La noción de Platón se llama racionalismo. Según él, los filósofos deberían gobernar el estado porque solo los filósofos conocen el significado de “la buena vida” y, por lo tanto, no codician la fama y la fortuna. ‘La buena vida (eudaimonia)’ fue el objetivo vital para los antiguos griegos. Vivir bien no era una cuestión de bienestar material, honor o mero placer, sino vivir de acuerdo con virtudes fundamentales como la sabiduría, la piedad y, sobre todo, la justicia. El propósito del estado, creía Platón, era promover estas virtudes en sus ciudadanos para que pudieran vivir una buena vida.
Se deduce entonces que solo los intereses de los filósofos benefician al estado, y por lo tanto, “los filósofos deben convertirse en cosas”. Platón llegó al extremo de sugerir que debían verse obligados a tomar posiciones de poder, a fin de evitar conflictos e injusticias inherentes a otras formas de gobierno.
Platón reconoce que esta es una postura utópica, y continúa diciendo que “… o aquellos que ahora se llaman reyes deben filosofar de manera genuina y adecuada”, sugiriendo la educación de una posible clase dominante como una proposición más práctica.
Sus escritos e ideas fueron influyentes en el mundo antiguo, en particular en el imperio romano. Se dice que el emperador Nerón se mantuvo al margen y no hizo nada para ayudar mientras un incendio asolaba la ciudad de Roma. El ideal de Platón de un rey filósofo ha sido culpado por algunos por el aumento de tales tiranos.
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