Siempre vemos el presente, tal como se presenta a nuestro sentido de la vista. Obviamente, somos incapaces de ver el pasado o el futuro. Podemos recordar el pasado, imaginarlo, pero nunca verlo en el presente. Tampoco somos capaces de ver el futuro. Así vemos el presente, o eso creemos.
Sin embargo, lo que se nos presenta o se “presenta ante nosotros” NO corresponde al estado real de las cosas que son en realidad en el momento mismo de la vista. Representan un pasado, y el pasado puede ir desde el pasado inmediato hasta unos pocos millones de años. Las estrellas que vemos en los cielos, por ejemplo, son lo que fueron años luz antes. Como diferentes estrellas y objetos celestes están a diferentes distancias, incluso la imagen relacional que vemos es siempre falsa.
Por lo tanto, NUNCA podemos ver el presente en su forma verdadera y sin distorsiones. Siempre hay una distorsión y, a veces, la distorsión puede ser bastante significativa.
No es solo la vista física y los rayos de luz que viajan a nuestros ojos lo que distorsiona nuestra vista, es nuestra mente la que crea la mayor distorsión. Esta distorsión es mucho más significativa, incluso para objetos muy cercanos, que la distorsión causada por la distancia y la velocidad de la luz para aquellos cuerpos celestes lejanos. Es esta distorsión la que afecta nuestra vista mucho más que cualquier otra cosa.
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Pensamos (o imaginamos) lo que los ojos ven es el presente perfectamente, sujeto a un lapso de tiempo muy pequeño e ignorable para que los rayos de luz viajen a nuestros ojos y el impulso de viajar a través de los nervios para registrarse en el cerebro. La verdad es que vemos a través de la mente y no a través de los ojos.
Los ojos son simplemente un órgano sensorial y lo que vemos NUNCA es lo que perciben los ojos, sino lo que el cerebro interpreta en última instancia a partir de los sentidos. Siempre vemos una interpretación, y esta interpretación la hacemos nosotros. El cerebro descifra la observación a partir de sus propios sesgos o condicionamientos, la compara con su conocimiento acumulado y nos entrega su “juicio”. Lo que vemos es realmente este “juicio”. Y, un juicio que es una conclusión o una inferencia, nunca es la realidad; nunca es el presente
Esta es una razón por la cual diferentes personas ven cosas diferentes incluso en la misma situación. También es una razón por la cual a menudo hay una diferencia pequeña o grande entre lo que vemos y una fotografía tomada exactamente en el mismo punto en el tiempo.
En resumen, lo que en realidad vemos es siempre una ilusión, ya sea provocada por la distorsión relacional debido a las diferentes distancias para los objetos lejanos, o debido a nuestra propia mente, que procesa gran cantidad de datos y procesa imágenes y emite su juicio.
Entonces, mientras que siempre vemos el presente “como se nos presenta a la mente”, ¡NUNCA podemos ver el verdadero presente!