La sabiduría no proviene meramente del conocimiento existente, sino a través de la promulgación o aplicación de ese conocimiento de la mejor manera posible.
A pesar de que uno podría tener un conocimiento excepcional de algún tipo, no tiene sentido guardar algo que nunca va a usar.
Los eventos de la vida suceden de tal manera que las lecciones aprendidas en una etapa siempre sirven para ser valiosas para el futuro venidero. O puedes discutirlo con alguien y puede que te resulte útil. Nuestras mentes no pueden sostener hechos y conocimientos innecesarios, se descartan con el tiempo. En un momento u otro, está obligado a usar ese conocimiento sin que a veces lo sepa.
Por ejemplo, estoy en posesión de una gran cantidad de dinero que puede ayudarme a mí, a mi familia o a la sociedad. Es decir, tengo un agarre excepcional. Pero un hombre sabio no es alguien que lo guarda en el banco y no hace nada con él. Solo por tener dinero no soy bueno. Es cuando lo uso para mi propio bien y lo comparto de una manera que hace que la vida de alguien o la mía sea mejor, que el dinero realmente gane valor. En el banco, es sólo un número.
Saber es saber conducir un coche. La sabiduría lo está conduciendo, evitando cualquier posible accidente. Hay muchos buenos conductores y unos pocos que son los mejores.
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