Esta pregunta funcionaría bien como ímpetu para una discusión de ideologías libertarias. Es posible que el artículo citado no haya tenido eso como objetivo, pero tampoco funcionó para enmarcar una interpretación más amplia de sus temas centrales de conformidad y mala conducta.
La pregunta está bastante cargada, y nos pide que imaginemos un mundo utópico de individuos inconformes y resistentes a la presión social. ¿Qué pasa si corremos en esa dirección? Podríamos considerar si el comportamiento “correcto” es natural para los individuos aislados, y si las influencias sociales son principalmente corruptas en lugar de positivas. A lo largo del camino podríamos abordar algunos puntos de conversación sobre el caso contra la teología y sus psicologías populares del razonamiento moral. Tal vez la religión no es la fuente de la virtud que se cree que es. Podríamos imaginar que la acción correcta y el pensamiento moral se basan en la racionalidad, y que la racionalidad es inherente a un individuo natural, sin injerencias. Podríamos afirmar que un mundo sin religión estaría mejor. Podríamos dar un salto más allá de las premisas psicológicas de la pregunta, y afirmar que muchos de los problemas del mundo son, de hecho, un resultado de la religión y no a pesar de ello.
¿Qué pasa si vamos en la dirección opuesta? Supongamos que la inteligencia moral (es decir, la capacidad de estar bien informado y ser selectivo sobre la participación en el bien o el mal) implica influencia social, aprendizaje e inteligencia. Y tal vez, en lugar del término seco y conductista, usamos la palabra más positiva y sociable. También podríamos considerar que gran parte de las “irregularidades” se llaman “incorrectas” porque son antisociales, y descartar la contabilidad simplista de suma cero en la que lo que es bueno para la sociedad es malo para sus miembros y viceversa. Desde este punto de vista, la gente quiere pertenecer, y entre los muchos beneficios de la pertenencia está el apoyo moral que es en general positivo en su naturaleza y en sus efectos sobre el clima general de hacer el bien o el mal.
Debemos tener en cuenta la dificultad de hacer una explicación completa de estos efectos: son hipotéticos y se combinan a través de la experiencia y la imaginación selectiva. El principal sesgo a considerar es el sesgo de la negatividad humana en general: el hecho de que cuando las cosas van mal, notamos que hay un problema, y cuando salen bien, no prestamos atención. Es algo triste sobre la mente que atraviesa la vida recogiendo cerezas, arrancando solo las frutas más agrias y mal formadas del árbol de la vida.
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Pero es interesante, ¿no es así, cómo una pregunta enmarcada en términos individualizados y aparentemente psicológicos puede estar cargada de historia y servir como la cuña de apertura para una posición ideológica con respecto a la sociedad, la religión, la racionalidad y la inteligencia social?