Nuestro jerbo como búsqueda de placer puede crearnos ciertos problemas.
La confianza excesiva en la felicidad física a corto plazo puede sesgar nuestros valores, metas, expectativas y, en última instancia, cómo asignamos nuestras lealtades, tiempo y recursos. En resumen, puede desviar todo nuestro enfoque de la vida.
Tiene que haber algo más de lo que se trata la vida. Y tiene que haber algo más en lo que depositamos nuestra confianza definitiva.
Este mundo se está muriendo. Y finalmente terminaremos 6 pies debajo del suelo (o alguna versión del mismo).
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A la luz de eso, es importante observar valores y principios con impacto y significado eternos.
Los valores de Cristo de amor, bondad, compasión, honestidad, servicio, sacrificio y perdón tienen un valor eterno.
Poner nuestra fe última en Él trae paz y seguridad, ciertamente más de lo que tenemos si solo ponemos nuestra fe en las cosas físicas.
Irónicamente, gente como Aristóteles e incluso psicólogos positivos señalan que esta búsqueda de la virtud y el bienestar puede producir una felicidad más robusta y duradera.
Pero solo al reconocer este propósito más grande y estos valores más grandes en juego, podemos experimentar un verdadero propósito y una conexión a un significado más grande y de hecho eterno.