Una creencia popular común, si no casi universal, de la humanidad es que las almas de nuestros antepasados están de alguna manera presentes y, de una manera misteriosa, a nuestro alrededor. La universalidad de esta creencia le otorga algún valor, aunque muy limitado, como evidencia. Por otro lado, a pesar de muchos intentos, no existe evidencia empírica científica o confiable para demostrar esto.
Sin embargo, aunque no sea cierto, es un consuelo, ¡y también nos motiva a comportarnos bien delante de ellos! Por otro lado, uno podría pensar que los espíritus tienen mejores cosas que hacer que quedarse por aquí. 🙂
Las tradiciones antiguas también hacen una distinción entre espíritus, almas y una tercera cosa llamada “sombra”, que es más como una sombra no consciente de la persona que una vez vivió. Las visiones de fantasmas se consideran una mera visión de estas sombras vacías.
San Pablo en una de sus epístolas se refiere a que estamos rodeados por una “nube de testigos”, posiblemente refiriéndose a las almas de los difuntos; sin embargo, no dice que estos están aquí en la tierra, a diferencia de en algún lugar de la otra vida, pero que pueden vernos.
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Respuesta corta: nadie sabe.