¿Qué pasaría si cada vez que iba al cine, leía un libro o veía un programa de televisión, sabía cómo terminaría? Imagine saber cuándo ocurrirían cada ascenso y caída, cada romance, cada giro dramático y cada cambio. ¿Te gustaría eso?
Probablemente no. Es la naturaleza misma de la incertidumbre que nos mantiene entretenidos y estimulados.
Estamos fascinados por la forma en que los personajes navegan a través de la imprevisibilidad de una aventura.
Sin embargo, cuando se trata de nuestras propias vidas, la idea de no saber cómo será nuestro futuro crea ansiedad, estrés y malestar.
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Hasta cierto punto, esta es una función evolutiva válida y beneficiosa. Nuestra sensibilidad al riesgo y peligro potencial se basa en el grado de incertidumbre que percibimos.
Por ejemplo, si estás escalando rocas y parece que una roca no es estable, es menos probable que te aferres a esa roca. Este nivel de incertidumbre es beneficioso para mantenerlo seguro y protegido.
Nuestras vidas son una mezcla de incertidumbre y certeza. El desafío es encontrar el equilibrio donde podamos crecer y evolucionar de manera óptima hacia las mejores versiones de nosotros mismos .
La realidad es que para muchos de nosotros, la incertidumbre que tememos no nos matará. Lejos de ahi. Sin embargo, tememos la incertidumbre de dejar un trabajo, una relación o una carrera profesional insatisfactoria. Anhelamos saber qué hay al otro lado de lo desconocido .
Pero tómese un momento y piense cómo se sentiría si supiera cómo le iría el resto de su vida: cuándo se casaría. Cuando perderías tu trabajo. Cuando tus amigos planearían tu cumpleaños sorpresa. Cuando obtendrías una promoción. Cuando te encontrarías con un amigo que te cambiara la vida.
Tu vida sería increíblemente aburrida. La certeza es una paradoja. Lo odiamos y lo amamos al mismo tiempo. La idea de saber proporciona comodidad y la seguridad proporciona seguridad.
Sin embargo, la certeza constante probablemente resultaría en una existencia monótona y saber todo nos impediría ser estimulados, completamente vivos y despiertos. Para poder vivir la vida al máximo, debemos tomar riesgos, que requieren cierto nivel de incertidumbre.
Debemos sentirnos cómodos con la incomodidad de no saber.
Debemos ser capaces de cantar y bailar, incluso cuando no sabemos cuándo terminará la canción. No hay un camino lineal, cierto hacia el éxito. Las personas que prosperaron hoy tuvieron que sentarse con su incertidumbre y actuar de todos modos, para llegar a donde están.