El poder apela a las mejores y peores partes de nuestra naturaleza, y (se ha dicho) tiende a corromper a quienes lo manejan. Por esta razón, muchos sistemas de gobierno y orden social funcionan para distribuir el poder lo más ampliamente posible. La democracia distribuye acciones de poder al público por medio de votos; mientras que los sistemas republicanos y parlamentarios permiten que representantes de diferentes intereses se controlen mutuamente. Incluso el sistema feudal mantuvo el poder bajo control al asegurarse de que un rey no pudiera hacer todo lo que quería sin el apoyo de los nobles menores.
El poder político siempre existe en alguna forma entre los seres humanos. La tiranía puede surgir en un “vacío de poder”, cuando un orden político previamente estable se desequilibra o se corrompe y deja de funcionar. Un tirano puede tomar el poder por buenos motivos en un intento de salvar el país, y puede encontrar un apoyo generalizado de un público que ha perdido su confianza en el antiguo régimen.