Se trata de la distribución de la riqueza. Empíricamente, el capitalismo de laissez faire siempre ha llevado a una ampliación de la brecha de ingresos a lo largo del tiempo. En cierto punto, la distribución llevaría a la inestabilidad social porque los pobres superan en número a los ricos. Marx y otros han argumentado que este es el punto en el que ocurrirán las revoluciones. En cambio, gracias a la estabilidad de un sistema democrático, los pobres pueden afectar la distribución a través de sus representantes en el gobierno. Obtienen protecciones sociales y mecanismos para redistribuir la riqueza de esta manera. Las tasas de impuestos más altas para los ricos se pueden justificar como un “parche” puramente práctico para la inestabilidad provocada por el capitalismo sin restricciones.
Una justificación más filosófica es que una brecha amplia de ingresos no es óptima para el crecimiento de la economía. La igualdad de oportunidades es necesaria para descubrir miembros de la sociedad que harán grandes cosas por ella. Si las personas nacidas en familias pobres necesariamente permanecen pobres toda su vida, entonces dejamos de descubrir el talento. En optimización llamamos a esta compensación “exploración frente a explotación” y, en muchos casos, para llegar a la mejor solución óptima a largo plazo, debe renunciar al azar a la solución óptima a corto plazo. Para aplicar esto en la economía, tenemos que tomar parte de la riqueza de los ricos y esparcirla sobre los pobres para asegurarnos de que a ellos y a sus hijos se les den iguales oportunidades. Una mayor tasa de impuestos sobre los ricos es una forma de lograr esto.