Los problemas y las contradicciones en la Teoría de las Formas de Platón fueron criticados por primera vez por el mismo Platón en su diálogo de Parménides . En la primera mitad de ese diálogo, el personaje de Parménides derriba completamente la teoría de las formas expuestas por el joven Sócrates.
Cuando Parménides pregunta a los jóvenes Sócrates acerca de las formas, Sócrates responde que él cree que las formas existen aparte de las instancias que las comparten y que proporcionan patrones únicos para las cosas. Esta es la doctrina estándar de las formas tal como se presentan en el Faedo y la República .
Con esta admisión por parte del joven Sócrates, Parménides comienza una larga y exhaustiva crítica de esta doctrina, mostrando todos los diversos problemas y contradicciones que resultan de sostener que las formas existen separadas unas de otras y de cosas sensibles. El último, y quizás peor, de los problemas es que si las formas existen en el ámbito de estar separadas de los objetos cambiantes del mundo sensible, entonces no puede haber una relación inteligible entre los dos. En consecuencia, no podemos conocer las formas. Además, incluso si hubiera dioses suprasensibles que pudieran conocer las formas, no podrían conocernos a nosotros ni al mundo de los objetos sensibles. Parménides muestra así que la teoría de las formas, al menos a primera vista, no es inteligible:
Estas dificultades y muchas más, además, están inevitablemente involucradas en las formas, si estos personajes de cosas realmente existen y uno va a distinguir cada forma como una cosa por sí misma. El resultado es que el oyente está perplejo e inclinado a cuestionar su existencia, o para sostener que, si existen, ciertamente deben ser desconocidos por nuestra naturaleza humana. [135a]
Platón, por lo tanto, era completamente consciente de los problemas con su teoría de las formas, o al menos de una comprensión ingenua de la misma. En consecuencia, es inverosímil que Platón fuera un platónico, al menos no en el entendimiento común de ese término, como una forma de dualismo que involucra el segundo mundo de formas aparte del mundo sensible de cosas particulares. Es más plausible que Platón tuviera una visión mucho más sutil de las formas, una visión en la que los reinos de ser y devenir no separan las formas de los objetos sensibles; más bien, ser y convertirse están ambos implícitos en la naturaleza de las formas. Como escribió Platón,
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Por el cielo, ¿podemos estar listos para creer que lo absolutamente real no tiene participación en el movimiento, la vida, el alma o la sabiduría? ¿Que no vive ni piensa, pero en la solemne santidad, sin poseer la mente, permanece totalmente en reposo? Eso sería algo terrible de admitir. [248e]
Entonces, al menos según Platón, los objetos sensibles que experimentamos no son cosas separadas aparte de un mundo inaccesible de formas inteligibles, sino que son una instanciación de las formas mismas. En otras palabras, en la medida en que nuestra experiencia sea inteligible, estamos experimentando formas directamente.