El liberalismo no es una forma de gobierno sino una ideología que abarca la libertad humana, el empoderamiento de los individuos y la importancia de la comunidad. Las dos formas de gobierno establecidas en las sociedades liberales son la monarquía constitucional y, aún más liberal, el republicanismo. La libre empresa se erige como la forma preferida de economía.
Lo que hace que estas formas de gobierno sean únicas, especialmente el republicanismo, es el concepto de soberanía popular, es decir, otorgar a la gente el estatus de ciudadanos con poder, con el gobierno limitado a los poderes enumerados. Este acuerdo lleva al sector privado y la sociedad civil a servir como esferas robustas en las que los ciudadanos persiguen sus propios sueños, ambiciones y sentido de comunidad. Mientras tanto, el sector público permite la participación plena e igualitaria de los ciudadanos, pero está diseñado para servir principalmente en apoyo de la actividad ciudadana en las otras dos esferas.
Sin embargo, si por liberal te refieres a nuestros progresistas, que han intentado desde Franklin Roosevelt robar la etiqueta liberal, es un hervidor de peces diferente. Prefieren la democracia social, que es tanto una forma de gobierno como un enfoque de la economía. La socialdemocracia, según Karl Marx, era la forma de comunismo que podía afianzarse en aquellas naciones occidentales que podían lograr el socialismo mediante la acción parlamentaria en lugar de a través de la revolución. Pero para 1875, Otto von Bismarck, el mismo canciller monárquico del estado alemán recién unido, había optado por el Partido Socialdemócrata de Alemania, lo que llevó a Marx a escribir su acusadora denuncia, Crítica del Programa Gotha, en la que afirmó que recurriendo al poder del estado y rechazando una dictadura temporal del proletariado, los socialdemócratas aseguraban que se convertirían en una dictadura opresiva y elitista de la burguesía destinada a nunca alcanzar el socialismo.
Esta resultó ser una predicción bastante precisa. Más bien, en lo que se convirtió la democracia social es un ejemplo perfecto del modelo de gobierno de “pastores y rebaños” de derecha, en el que una elite gobierna con la ayuda de una gran Nomenklatura. Esta forma de gobierno es perfectamente antiliberal, ya que prefiere un gobierno central soberano y poderoso en gran parte en control de los sectores privado y civil en lugar de al servicio. Los ciudadanos no son soberanos, pero los sujetos deben deberes al gobierno (como el servicio militar) y no merecen derechos y libertades, sino que buscan privilegios (llamados derechos positivos).
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