¿Quieres saber por qué tantas galerías de arte contemporáneo muestran arte poco inteligente explicado por declaraciones de artistas banales? Bueno, el suprematismo es tu respuesta.
Comienza en 1915 cuando la rusa Kasmir Malevich hizo una pintura de un cuadrado negro y la exhibió bajo la filosofía del Suprematismo.
Kasmir Malevich – Plaza Negra 1915
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Básicamente, esta era una filosofía intelectual que pretendía elevar la emoción por encima de todos los demás procesos cognitivos. Específicamente, Malevich quería eliminar la lógica y la forma objetiva para mejorar el poder emocional de la pintura. Según su manifiesto de suprematismo:
“Por lo tanto, para el Suprematista, el medio apropiado de representación es siempre el que da la máxima expresión posible al sentimiento como tal y que ignora la apariencia familiar de los objetos.
La objetividad, en sí misma, no tiene sentido para él; Los conceptos de la mente consciente son inútiles. El sentimiento es el factor determinante … y así el arte llega a una representación no objetiva en el Suprematismo … Todo lo que determina la estructura ideal objetiva de la vida y de las ideas, conceptos e imágenes de “arte”, todo esto lo ha dejado a un lado el artista para prestar atención al sentimiento puro. … El suprematismo es el redescubrimiento del arte puro que, a lo largo del tiempo, se había oscurecido por la acumulación de “cosas”.
En un lenguaje más simple, al alejarse de los objetos y contextos realistas, el suprematismo pretendía facilitar un desierto cognitivo en el que el público podía crear sentimientos puros que no estaban corrompidos por el significado socialmente construido. Por supuesto, crear un trabajo que estaba desconectado de la realidad dejó a sus espectadores confundidos acerca de cómo deberían sentirse. Para aliviar esa confusión, Malevich usó las declaraciones de los artistas para decirles a los espectadores cómo deberían sentirse. En resumen, usó palabras en lugar de imágenes para crear significados construidos socialmente que llevaron al público a la erección emocional.
¿Suena familiar? A lo largo del siglo siguiente, la filosofía se convirtió en ortodoxia, de modo que las palabras se elevaron por encima de lo visual en importancia para el arte visual, todo en nombre de enfatizar la emoción.