El auge del liberalismo ha convertido esta antigua y apremiante preocupación en un problema moderno para un número creciente de naciones.
Antes de la Ilustración y la llegada del liberalismo en los siglos XVII y XVIII, los gobernantes podían hacer prácticamente lo que quisieran. Su poder estaba limitado solo por el poder de sus reyes rivales, o la necesidad política de mantener el apoyo de facciones clave. Más allá de eso, los individuos no tenían derechos, salvo la protección de las leyes vigentes en ese momento: leyes que el rey podía cambiar a su antojo, que no se aplicaban a todos por igual y que no se aplicaban al rey en absoluto. En tal sistema, lo mejor que la gente podía esperar era un gobernante que fuera justo y sabio. Si, en cambio, tienen un gobernante que es cruel y arbitrario, bueno … muy mal. Esa fue tu regla hasta que una de tus vidas terminó.
El liberalismo suplantó este arreglo en tres pasos:
1. Implementación de derechos individuales . Gradualmente, desde el siglo 13 en adelante (primero en Inglaterra), la capacidad del rey para hacer todo lo que quería para sus súbditos se vio cada vez más limitada por los derechos individuales de sus barones, por ejemplo, el derecho a un juicio rápido por un jurado de sus compañeros. Estos fueron eventualmente extendidos a la libertad de conciencia y expresión, seguridad en los papeles y efectos, etc., y estos derechos eventualmente se extendieron a todos los sujetos.
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2. Gobierno limitado . En lugar de que el rey pudiera tratar a sus súbditos como herramientas para ser usados en los planes que pudieran surgir de su imaginación, se vio cada vez más limitado en su poder a las funciones necesarias del estado, por ejemplo, la defensa nacional, la protección de las carreteras, la adjudicación de disputas, tratados con vecinos, etc. Finalmente, estas limitaciones al poder fueron aseguradas por una división de autoridad entre niveles y ramas de gobierno.
3. Las elecciones democráticas . En lugar de orar para que su monarca hereditario no sea un loco o un sádico, la gente finalmente obtuvo el derecho de elegir a sus funcionarios públicos por períodos limitados de mandato.
Hoy en día, las democracias liberales han reducido drásticamente el poder de los gobernantes para hacer cosas desagradables, limitar sus mandatos en los que deben cumplirlas y hacerlas responsables ante el electorado. Con estos mecanismos implementados, la calidad de la regla casi nunca es una preocupación real. Incluso si las personas cometen un error al elegir a alguien, pueden remediarlo en la próxima elección.