No. La política es el arte de lo posible y eso requiere que todas las cosas sean posibles. Para que exista esa situación, se deben hacer compromisos. Muchos de esos compromisos requieren que el político comprometa no solo sus creencias éticas, sino también sus creencias morales. Esos compromisos a menudo “ensucian” las manos de un político.
Además, el poder político está arraigado en la voluntad de usar la fuerza (política, económica, legal, militar, etc.) para lograr objetivos. Usar esas herramientas de fuerzas es un asunto confuso e incierto que a menudo deja a un político en posiciones inciertas o claramente incorrectas, éticas, morales o legales. Esos lapsos también pueden verse como “ensuciar” las manos de un político.
Ningún político efectivo puede afirmar que es efectivo si no está dispuesto a hacer lo que sea necesario para mantener la estabilidad y el orden dentro de su sociedad. Esa voluntad ensucia efectivamente todas sus manos.
Así que no, los políticos no pueden gobernar sin ensuciarse las manos. Por supuesto, cuán “sucias” se vuelven esas manos es una decisión que el político individual debe tomar por sí mismo.
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