Los impuestos en su forma más esencial se basan en la noción de que los ciudadanos individuales “firman” un contrato que otorga legitimidad moral a un órgano de gobierno.
¿Por qué alguien aceptaría los términos que le quitarían dinero de los bolsillos? El contractarianismo hobbesiano, que ofrece una justificación para los impuestos más básicos, sostiene que dar los recursos de los individuos a un “leviatán”, generalmente cualquier órgano de gobierno con autoridad reconocida, está en línea con el interés propio.
Los ciudadanos desean una serie de cosas que no se pueden lograr mediante la acción individual o incluso la cooperación a mediana escala. Se incluiría defender a la nación de los invasores, defender el estado de derecho y, para darle un giro más moderno, una investigación significativa en la ciencia (por ejemplo, las misiones Apolo).
De este modo, los impuestos pierden su justificación filosófica cuando los ciudadanos ya no están dispuestos a “firmar” el contrato, es decir, cuando un órgano rector pierde su legitimidad a los ojos de sus electores. Por supuesto, esto es menos común en las democracias avanzadas, en las que los ciudadanos generalmente sienten que tienen una voz adecuada en la determinación de sus gobernantes. La tributación es mucho más común que se considere explotadora y arbitraria en las dictaduras, donde los ciudadanos tienen poca o ninguna voz para decidir políticas económicas o de otro tipo.
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Esta explicación es solo una base para la noción de que los ciudadanos darían parte de sus recursos a una autoridad gobernante a cambio de los servicios a gran escala que desean y no se pueden lograr a través de la acción individual o la cooperación.
Nota: Debe mencionarse que esta explicación dice poco en cuanto al grado o la progresividad de la tributación, que en teoría depende de lo que los ciudadanos determinen ser en su propio interés. La educación gratuita o el cuidado de la salud son buenos ejemplos de lo que algunos dirían que es el interés personal de todos, pero los ciudadanos tendrían que otorgar una autoridad considerable al gobierno si esperan lograr tales fines.