Hay dos tipos de confianza: la confianza que proviene del egoísmo y la confianza que proviene de la fe.
El egoísmo es la creencia de que usted (como persona individual) puede avanzar y realizar una tarea a través de su propio ingenio, dedicación, trabajo duro y otras cualidades personales. Es el espíritu liberal, que imagina a los individuos como agentes plenamente facultados que tienen autoridad y control sobre el mundo que los rodea. El egoísmo es lo que el mundo moderno espera de nosotros, por razones que son demasiado sutiles y complicadas para profundizar aquí. Pero el egoísmo es (en el sentido espiritual) un engaño; Nadie ha tenido un control absoluto y absoluto sobre el mundo que los rodea. Las personas responden a este engaño de diferentes maneras, por ejemplo:
- En busca de seguridad: una respuesta inconsciente al engaño donde las personas escinden un pequeño dominio (familia, amigos, hogar, trabajo) donde tienen mucho control y luego tratan de ignorar lo que sucede fuera de ese dominio. Esto da una especie de confianza, pero tiende al nihilismo en el sentido clásico (desconexión y pérdida de la brújula moral).
- Agresión y dominación: aquellos que se pierden en el engaño corren por completo tratando de ejercer control sobre todo lo que vemos: piensen en Trump y los trompetistas. Esto conduce al camino de la ira frustrada, la teoría de la conspiración y la crudeza a medida que las personas intentan dominar espacios cada vez más grandes a su alrededor. También hay confianza aquí, pero es esa confianza frágil, odiosa, vengativa y egoísta que todos despreciamos.
- Colapso: aquellos que reconocen el engaño, ver que realmente no tienen mucho control sobre nada, se desaniman y pierden la confianza en sí mismos y en el mundo.
La fe (de cualquier tipo) inevitablemente ve que los individuos están completamente enredados en el mundo y en la comunidad que los rodea, y que ningún individuo puede (o debe) ejercer un control total. La fe implica confianza y aceptación: como se dice en el daode, podemos comenzar y guiarlos, pero siempre tenemos que saber cuándo dejarlos ir para que el mundo pueda llevarlos adelante. Es como plantar un árbol frutal; podemos cultivar la tierra, plantar la semilla y regar la tierra, pero la semilla tiene que crecer por sí sola, y debemos tener fe en que la semilla hará lo que esperamos. Cuando tenemos ese tipo de fe en el mundo que nos rodea, la confianza es fácil, porque nada está solo sobre nuestros hombros.
Desafortunadamente, el tipo de egoísmo que el mundo espera de nosotros socava la fe. Nos enfrentamos constantemente con personas que quieren hacernos responsables de las cosas que finalmente están fuera de nuestro control. Es una situación difícil, pero si siempre podemos volver a esa idea fundamental de que el mundo nos llevará y todo en adelante, la confianza es más fácil.