Esta pregunta debe golpear inmediatamente a uno como un juego de palabras. Muchos rompecabezas existen en la misma categoría, como por ejemplo, “¿Puede Dios comer avena que nadie puede comer?” Dichos rompecabezas pretenden revelar un problema lógico con el atributo divino de omnipotencia. Si Dios puede crear una piedra demasiado pesada para que alguien la levante, entonces hay una tarea que Dios no puede hacer, a saber, levantar cualquier piedra concebible. Pero si Dios puede levantar cualquier piedra, entonces nuevamente parece haber una tarea que Dios no puede hacer, a saber, crear una piedra demasiado pesada para que Dios la levante. El argumento concluye que no puede haber un Dios omnipotente.
La respuesta filosófica más plausible y común a este rompecabezas es desafiar la coherencia de la tarea exigida. Para que alguien pueda concluir que existe un estado de cosas que Dios no puede lograr, el objetor debe establecer que el estado de cosas es una posibilidad genuina y fidedigna. No es imperfección de nadie ser incapaz de hacer que el concepto de justicia baile con el número dos. Los conceptos de justicia y el número dos no son el tipo de cosas que pueden bailar. ¿La respuesta anterior hace que la “lógica” sea algo más grande que Dios? No, “lógica” no es el nombre de una cosa concreta o abstracta que puede realizar tareas. Cuando no puedes hacer algo contradictorio (como hacer un círculo cuadrado), no es como si hubiera una fuerza llamada lógica que te restringe. La “lógica”, en este contexto, puede formularse en términos de dos leyes: la ley de identidad (A es A) y la no contradicción (A no es A). Estas no son “leyes”, sin embargo, como las leyes de la naturaleza (por ejemplo, las leyes del movimiento). Son, más bien, condiciones necesarias para que exista algo y para que haya pensamiento o lenguaje sobre cualquier cosa. Dios el Hijo es identificado en el NT como el Logos. Algunos filósofos y teólogos han entendido que esto implica que la lógica y la razón son atributos de la excelente naturaleza de Dios.
La paradoja de piedra puede resolverse en términos de lógica estricta, pero ¿no genera un problema más general? ¿Puede el Dios del teísmo cristiano cometer suicidio? ¿Decir mentiras? ¿Hacer el mal por su propio bien?
Se deben considerar dos respuestas. Una es afirmar que Dios puede lograr cualquiera de estos estados de cosas, pero debido a la bondad esencial de Dios, Dios no lo hace. Desde este punto de vista, Dios todavía es omnipotente en el sentido de poder llevar a cabo cualquier estado de cosas.
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Una segunda respuesta es cuestionar un supuesto detrás de la objeción. ¿Por qué pensar en la omnipotencia divina exclusivamente en términos del alcance desnudo del poder? Una importante tradición cristiana clásica (Agustín, Anselmo, Aquino) sostiene que el poder de Dios también es sumamente bueno. ¿Es el “poder” de hacer el mal por sí mismo un poder digno y bueno? Podría decirse que el excelente poder de Dios es el poder de hacer el bien, no el mal.
Una exploración adicional de este concepto de poder divino nos aleja del aparente juego de palabras de la paradoja de piedra y enfoca la mente en la naturaleza de la excelencia de Dios, el objeto digno de adoración.
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