¿Por qué la identidad es una ilusión en el budismo?
La confusión surge cuando estamos tratando el tema en un nivel, llamémoslo nivel de existencia humana o mundana. Es como una criatura 3D que trata con problemas 5D. Es como un ser humano tratando con Dios desde un nivel humano. ¿Cómo trataría Dios si él es infinitamente un ser multidimensional con un ser relativamente infinitesimal de un ser humano?
Para ponerlo en términos simples, casi bíblicos, para no parecer que de alguna manera esto es un dilema budista, ¿cómo puede el hijo mortal de Adán darse cuenta de que él es el espíritu eterno hijo de Dios? Ese ‘es de este mundo’ pero el otro ‘no es de este mundo’ (Juan Capítulo 17).
Esa “identidad” que tenemos como ser humano, es decir, en términos del espíritu bíblico, el ángel “ascendiendo y descendiendo” la Escalera de Jacob (Juan 1:51) y es el mismo “espíritu y sus siete compañeros más mortales” (Mateo 12 : 43-45) jugando serpientes y escaleras, que es así en términos de eternidad o eternidad, solo una aparición efímera, justo como un camaleón cambia su capa y túnica, cosechando continua y progresivamente lo que siembra, mientras transita a través de su espíritu exiliado como Adán después de la caída.
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¡Es esta identidad que en términos budistas se llama el ego falso del Sí mismo, que es una ilusión!
Pero en Zen nos referimos a nuestro “rostro original”, en contraste con nuestro rostro falso, a otro estado que no está sujeto al nacimiento y la muerte y cualquier otra dualidad, que está en perfecta dicha y reposo, es decir, está más allá de la alegría y el sufrimiento y los altibajos, o el uso del lenguaje bíblico no es “subir y bajar” la Escalera de Jacob.
En términos mundanos prácticos, con fines ilustrativos, nos vemos como una “olla de cocción” con agua clara y prístina. Algo revolvió la olla, y se está preparando y “en ebullición” una “sopa” de un “ego del Yo”. Progresivamente, la sopa o caldo cambia su carácter y su perfil de bueno a malo y de malo a bueno; Dependiendo de la cantidad y la calidad de los ingredientes, las especias y los condimentos de las obras, la lujuria y el deseo y el apego, el anhelo y el apego. En la peor situación, ¿cómo podemos recuperar o guardar una sopa de residuos kármicos rancios y malolientes? agua prístina y también apagar las llamas de la lujuria y el deseo y aferrarse y anhelo y apego?
La olla y el agua clara están empezando a limpiarse como un vaso vacío nunca cambia. La sopa o el agua en el vaso es solo un paso transitorio o la ilusión de un camaleón, cuyo yo real nunca cambia una escintilla.
Vincent Cheok