¡El nihilismo puro existe en este mundo! Es el fundamento de la existencia misma.
Es como si empezáramos con una pizarra limpia.
La realidad de la falta de sentido, la falta de sentido total, a lo largo de toda la existencia, es simplemente inaceptable para una mente pensante.
Una analogía sería “la naturaleza aborrece el vacío”. A medida que la naturaleza se apresura a llenar el vacío, también lo hace la mente humana consciente para llenar el vacío con significado.
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No importa que el significado sea puramente ilusión, cualquier cosa es mejor que el abismo. La nada es demasiado fría. La mente no puede sobrevivir en la nada.
La mente necesita el calor de la imaginación, el brillo de la luz, incluso la luz cegadora, que se desprende de las razones y las respuestas y las explicaciones.
Es la naturaleza de la mente cuestionar. No puede dejar de hacerlo.
En el mundo objetivo, la mente que pregunta encuentra salidas en todas partes.
Adán da nombres a todos los animales.
Cuando la mente entra en el reino de lo existencial, de repente se encuentra perdida, incapaz de comunicarse, porque no hay nada con lo que comunicarse, al menos no en el lenguaje de la mente.
La mente razonadora
choca contra la pared de la falta de sentido. No tiene lugar aquí y no puede servir para nada. Este es el mundo de la existencia, carente de significado.
Aquí, solo la experiencia puede atravesar el vasto paisaje desértico.
Aquí los sentidos están al mando. Las emociones, los sentimientos, los gustos y los sonidos y las vistas, los olores y, sí, la sensación de la experiencia en general.
No hay significado para nada de eso. Por eso nuestra mente siempre cuestionadora.
le asigna significados. Sin embargo, los significados son artificiales, no son intrínsecos a la realidad de la existencia.
Nuestras imaginaciones se vuelven locas en el lienzo abierto del arte filosofante.
Salimos con los dioses, luego Dios, con la moral, luego con las leyes, con
una miríada de ideas y opiniones que no pueden evitar sino chocar.
Y cuando estas ideas imaginativas se convierten en creencias, somos restringidos y encadenados. Y cuando estas creencias chocan, como están destinadas a hacerlo, el resultado es la violencia.
Violencia de todo tipo. Violencia continua que no podemos prevenir porque no estamos dispuestos a descartar nuestros sistemas de creencias, sin darnos cuenta de que, en todo momento, son ilusiones que hemos construido para contrarrestar la realidad de la falta de sentido.
Generación tras generación
condenado a un mundo de violencia, violencia innecesaria, debido a nuestra arrogancia tanto como a nuestra ignorancia.
El nihilista está solo, consciente de la falta de sentido real, sin miedo de mirar hacia el abismo.
Sin ser molestado por los cuentos falsos de los dioses con sus imperativos morales, sin tocar por la violencia de las creencias sostenidas obstinadamente, el nihilista espera;
espera el momento en que la humanidad habrá alcanzado la madurez mental para aceptar y enfrentar la verdad última de su existencia.
Entonces él llevará.