Una afirmación filosófica, una doctrina o un argumento, ciertamente puede ser errónea: es decir, puede ser lógicamente errónea o tener premisas o suposiciones erróneas.
Cuando dice ‘una filosofía’, sugiere uno de los ‘constructores de sistemas’ (por ejemplo, Kant, Hegel), quien construyó sistemas de doctrina que pretendían ofrecer informes coherentes y, en cierto sentido, “completos” de la realidad. Estos “sistemas” ciertamente pueden estar equivocados, de hecho, en la medida en que se puede decir que están equivocados si contienen algún error, sería cierto decir que seguramente todos están equivocados.
Sin embargo, en filosofía, el hecho de que una doctrina esté “equivocada” no significa que no sea interesante o útil. Pocos filósofos de hoy creerían en la verdad directa de la teoría de las formas de Platón (de hecho, no está claro que Platón lo haya hecho él mismo), o la validez clara de la Deducción trascendental de Kant. Sin embargo, ningún filósofo (espero) cuestionaría el valor de comprometerse seriamente con estas doctrinas.
Estudiar y pensar acerca de estas grandes ideas sigue siendo una actividad filosófica valiosa, de modo que estudiar, por ejemplo, las teorías de la combustión del flogisto no es una actividad científica valiosa (aunque puede ser de interés histórico).
- ¿Es la existencia una propiedad?
- Moralidad: ¿Por qué debería (o alguien) sentirme culpable por algo? Más específicamente, si todo lo que está fuera de mi mente, incluida la conciencia de los demás, no se puede demostrar, ¿por qué debería uno tener una serie de valores morales?
- ¿Cómo piensa el cerebro humano?
- ¿Dónde puedo encontrar seguridad?
- ¿Por qué es que todos los animales, excepto los humanos, obtienen sus necesidades básicas fácilmente, pero las personas sufren tanto a pesar de ser las criaturas más inteligentes?
Entonces, para una filosofía, ‘mal’ no es el peor adjetivo. ‘Aburrido’ ‘trivial’ ‘confundido’ etc. ¡son mucho peores!