“Mediocridad” es el verdadero opuesto de la virtud en el sentido aristotélico.
Aristóteles usó la palabra griega arete para referirse a acciones virtuosas, y arete originalmente significaba “excelencia de cualquier tipo”. Por lo tanto, las acciones son en realidad acciones excelentes. Y el mejor antónimo de excelencia en este caso es la “mediocridad”.
Como han señalado otros aquí, el propio Aristóteles hizo una distinción entre los aspectos emocionales (intencionales) y de acción de la virtud.
Kant fue un paso más allá al analizar un ejemplo de un hombre con varias virtudes excelentes que, sin embargo, las aplicó a fines inmorales. Un ejemplo en el contexto moderno puede ser un ingeniero excelentemente “disciplinado” que trabaja para una organización terrorista.
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Por lo tanto, debemos hacer una distinción clara entre la moral de la intención en el sentido kantiano y la excelencia de la acción en el sentido aristotélico.
En el caso de este último:
- la excelencia de la acción puede ser demostrada por una persona que aplica las virtudes del valor, la dignidad y el optimismo , etc. a diversas situaciones de la vida.
- la mediocridad de la acción puede ser demostrada por una persona que aplica los vicios de la pasividad, la mezquindad y el cinismo , etc. a diversas situaciones de la vida.